El BID muestra impacto de la crisis en relación con la pobreza y el gasto gubernamental
Los países de América Latina y el Caribe deben fortalecer sus programas sociales para aliviar el impacto de los altos precios de los alimentos entre los 71 millones de pobres en la región, indican las cifras recientes de un estudio divulgado por el Banco Interamericano de Desarrollo que toma en cuenta el impacto potencial de los precios de los alimentos. Más de 26 millones de personas en América Latina y el Caribe pueden caer en la extrema pobreza si se mantienen los precios altos de los alimentos, según el BID.
De acuerdo a los datos obtenidos por el BID, que estimó el impacto de la crisis en 19 países de la región, las familias de bajos ingresos pueden avanzar hacia una mayor pobreza si los altos precios de los productos agrícolas tales como el trigo, el arroz y la semilla de soya permanecen constantemente altos, y los países fallan en aumentar tanto su producción agrícola como los ingresos de los pobres.
Las familias pobres gastan la mayor parte de sus ingresos en alimentos y tienen insuficientes activos y ahorros para enfrentar el costo creciente de los artículos de primera necesidad, sostiene el BID. Y si no están disponibles otras opciones, el incremento de los precios puede obligar a las familias a reducir la ingestión de alimentos.
“Los avances recientes en nutrición y educación pueden ponerse en peligro si los precios de los alimentos permanecen altos”, dijo Suzanne Duryea, una de las investigadoras del BID encargadas de dirigir el estudio del Banco. “Los países necesitan ampliar su inversión en programas sociales de protección para aliviar el impacto de la crisis”, señaló.
Los países de América Central y del Caribe, que importan grandes cantidades de alimentos, se encuentran en una situación de mayor riesgo en cuanto a una posible agudización de los niveles de pobreza. Por ejemplo, Haití necesitaría transferir a los pobres el 12 por ciento de su producto interno bruto (PBI) para que puedan mantener los mismos niveles de consumo anteriores a la crisis; Perú necesitaría transferir 4,4 por ciento de su PBI y Nicaragua el 3,7 por ciento, según lo demuestran las cifras del BID (vea el gráfico siguiente).
Recursos que se necesitan para evitar una agudización de los niveles de pobreza (porcentaje del PBI, shock de precios internacionales)
Para calcular el impacto de los altos precios de los alimentos en relación con la pobreza, los investigadores asumieron un 30 por ciento de incremento en los precios del maíz, arroz, trigo, semilla de soya y carne. Este enfoque supuso además que el incremento internacional de los precios será transferido íntegramente a los consumidores.
El estudio también asume que los consumidores no cambiarán sus hábitos de consumo y que la producción de alimentos no responde ante las señales del aumento del precio. Igualmente, calcula el próximo impacto de la crisis, entendida como la diferencia entre sectores que se benefician y sectores que pierden con el incremento de precios.
“Analizamos el impacto sobre la pobreza en un escenario extremo”, dijo Duryea. “Y a pesar de que inclusive este peor escenario es muy improbable que ocurra, muestra sin embargo las serias consecuencias que puede tener el incremento de los precios de los alimentos en los niveles de pobreza, ante la ausencia de políticas efectivas”.
Incremento en los precios de alimentos
El precio mundial de los alimentos creció en promedio un 68 por ciento entre enero de 2006 y marzo de este año. El alza ha sido particularmente aguda para algunos productos alimenticios básicos, tales como el maíz y el trigo, cuyos precios más que se duplicaron en ese mismo período.
Varios factores han influido en el incremento de los precios en los últimos años. El incremento de ingresos en China y la India han estimulado la demanda de alimentos, no sólo en términos de cantidad, sino también en calidad. El consumo per cápita de carne en China se ha incrementado 40 por ciento desde 1980, aumentando a su vez la demanda por cereales. La producción de un kilo de carne requiere por lo menos 7 kilos de granos.
El incremento en el uso de maíz para hacer etanol también ha sido un factor contribuyente a largo plazo para fomentar el incremento de la demanda.
En el corto plazo, los precios también han sido afectados por el debilitamiento del dólar y el incremento en los costos de la energía, y otros productos agrícolas. Restricciones a las exportaciones en muchos países y una sequía en Australia, que eliminó el 10 por ciento de su producción en la cosecha de 2006–2007, han afectado el abastecimiento.
“Los precios se pueden estabilizar en el futuro”, dijo Duryea. “En este momento, los investigadores no están seguros hasta que punto los factores que han estado influyendo en el incremento de precios serán permanentes o transitorios”.
Más personas pobres
Según la muestra de 19 países, el aumento de precios puede llevar a más personas hacia la pobreza. En respuesta a la crisis, entendida como el impacto positivo neto de los precios de exportación de las materias primas, el número de pobres en Chile, por ejemplo, se podría incrementar de un 12,3 por ciento de la población total a un 17,2 por ciento. Los pobres de México podrían incrementarse en un tercio, desde un 20,6 por ciento hasta llegar a alcanzar el 27,5 por ciento de su población total, seguido por Costa Rica y El Salvador, con un 19,8 por ciento y un 18,8 por ciento de incremento, respectivamente. (Vea el cuadro abajo)
Los gobiernos de la región están tomando en cuenta la adopción de distintas políticas para enfrentar el incremento de los precios de los alimentos, incluyendo el control de precios, subsidios, restricciones a las exportaciones y distribución de alimentos. Esas políticas han sido a menudo poco efectivas, porque benefician a los hogares que no las necesitan y limitan los incentivos para incrementar el abastecimiento de alimentos, dijo Duryea.
La mejor política es aumentar la transferencia de dinero en efectivo a los pobres, porque permite a los hogares ajustar su dieta a los precios relativos y no limita el ingreso de aquellos que proveen alimentos a los pobres. A largo plazo, estas transferencias ofrecen los incentivos correctos a los productores de alimentos para aumentar su producción, dijo Duryea.
Además, los países deben asumir pasos concretos para fomentar la producción agrícola interna, incluyendo la disminución de las barreras comerciales, para que los productores puedan beneficiarse con los altos precios del mercado externo. Los gobiernos también necesitan racionalizar la importación de alimentos y mejorar el transporte y la logística, para reducir los costos a los consumidores.
En apoyo de iniciativas semejantes, en mayo último el BID divulgó sus planes para establecer una línea de crédito de US$500 millones para los países que decidan mejorar su productividad agrícola y expandir los programas de transferencia de dinero.
México, Honduras y Jamaica ya se encuentran trabajando con el BID para expandir y fortalecer los programas de protección social existentes, con el propósito de ayudar a los pobres a enfrentar el incremento en el costo de los alimentos, concluyó Duryea.
Fuente: Banco Interamericano de Desarrollo